lunes, 7 de julio de 2008

Las pelotas de colores I

Comenzaron por los juegos malabares, y desde el principio Rob supo que jamás sería capaz de realizar ese tipo de milagro.

-Ponte erguido pero relajado, con las manos a los lados del cuerpo. Levanta los antebrazos hasta que quedan paralelos al suelo. Vuelva las palmas hacia arriba. – Barber lo escudriñó críticamente y asintió-. Simula que sobre las plasmas de tus manos he dejado una bandeja con huevos. No puedes permitir que la bandeja se incline siquiera un instante, pues se caerían los huevos. Pasa lo mismo con los malabarismos. Si tus brazos no están a nivel, las pelotas rodarán por todas partes. ¿Lo has entendido?

-Sí, Barber.

Tuvo una sensación de angustia en la boca del estómago.

-Ahueca las manos como si fueras a beber agua de cada una. –Cogió dos pelotas de madera. Puso la roja en la mano derecha ahuecada de Rob, y la azul en la izquierda-. Ahora lánzalas hacia arriba como hace un malabarista, pero al mismo tiempo.

Las pelotas pasaron por encima de su cabeza y cayeron al suelo.

-Presta atención. La pelota roja subió más porque en el brazo derecho tienes más fuerza que en el izquierdo. Por consiguiente, has de aprender a compensarlo, a hacer menos esfuerzos con la mano derecha y más con la izquierda, ya que los lanzamientos deben ser equivalentes. Además, las pelotas subieron demasiado. A un malabarista le basta con echar hacia atrás la cabeza y mirar hacia el sol para saber dónde han ido las pelotas. Éstas no deben superar esta altura –palmeó la frente de Rob-. De esta forma puedes verlas sin mover la cabeza. Algo más. Los malabaristas nunca arrojan una pelota. Las pelotas se hacen saltar. El centro de tu mano debe sacudirse un instante a fin de que el ahuecado desaparezca y la palma quede plana. El centro de tu mano impulsa la pelota en línea recta hacia arriba, al tiempo que la muñeca da un pequeño y suave giro y el antebrazo, un debilísimo movimiento ascendente. No debes mover los brazos desde el codo hasta el hombro.

...

-Parece más difícil de lo que en realidad es. Lanzas la primera pelota. Mientras está en el aire, pasas la segunda a la mano derecha, la mano izquierda coge la primera pelota, la derecha lanza la segunda y así sucesivamente. ¡Vamos, vamos! Tus lanzamientos envían rápidamente hacia arriba las pelotas, peo éstas bajan mucho más despacio. Ése es el secreto del prestidigitador, lo que salva a los prestidigitadores.

Fragmento de El Médico
Noah Gordon

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